Descripción
Nunca suficientemente ponderado en su plástica euritmia y mística presencia, en el exuberante y todavía opimo y prominente dominio de animalia, así se manifiesta y se le reconoce en tan subida, ilustre y excelsa prestancia. Altivo félido que puebla mucho más que las remotas sendas de la India, los ásperos paisajes e Manchuria o las tupidas selvas de Laos o Birmania, acaso también alguna vez por el pie humano trasegados. Además, o sobre todo, singular habitante de las simas o el culmen de la conciencia: del espíritu inescrutable, del mundo arcano del inconsciente y del signo no del todo descriptible del instinto colectivo; morador de consuno de los tratados de alquimia y geomancia, señor de toda suerte y laya de atributos, señales, condiciones y principios; dueño de la audacia y del presagio fiero y de la crueldad mayestática; acervo inagotable de prodigalidad de emblemas, cifras y simbología, vívido eremita que puebla con su sino el sueño soberano de la pompa, la fiereza de la ira; viril divisa del activo impulso en cuyo instinto reside la profundidad de lo convulso, prohibido y, en fin, del ingénito estigma de la potencia, de la estrenuidad, del poder, de la fuerza y de la oscuridad que reside en lo insondable de la conciencia.
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